Diana nació el 31 de octubre de 1951, en una familia judía pero no practicante, por lo que su educación fue amplia y rica en las posibilidades que ofrecía la educación pública y privada de la época.
Mientras vivían en el centro, ella asistió al Liceo Francés, pero una vez que la familia se mudó a Malvín empezó a asistir a la escuela pública No. 81.
Cuando tenía dos años murió su padre y su madre Flora tuvo que enfrentar las dificultades de mantener una familia en una época en la que las mujeres trabajadoras aún no eran muy apoyadas.
Unos pocos años más tarde, su madre se vuelve a casar, por lo que la familia aumenta con dos hermanos (Mauricio y Carlos) 10 y 5 años mayores que ella y un año más tarde con la llegada de otra niña, Anita.
Diana crece en Malvin, en un entorno cálido, con mucha familia entrando y saliendo de la casa todo el tiempo, vecinos y veranos de playa.
De la escuela 81 pasa al liceo del barrio, el No. 10 y de allí al IAVA. Desde pequeña muestra gran afinidad con el arte de la declamación, interés que su madre alegremente alienta. Estudió por varios años, teniendo presentaciones anuales en la Sala Verdi al final de sus estudios.
Cursando el liceo público y empezando a tomar conciencia de la situación social y política del país, toma interés por estos temas.
Alrededor de esa época surge la idea en la familia de que Diana vaya a pasar un tiempo en Israel, cosa en la que ella también mostraba cierto interés, pero estos planes se ven truncados cuando necesita hacerse una operación y ya no se retoman.
Una vez en preparatorios, empieza a militar en el Fer 68 y más tarde cuando los comités de base del FA se extendieron por la ciudad, también empezó a militar en ellos, llevando a su hermana Anita, a la empleada doméstica Celia y a su perrito Bichito a limpiar basurales y otros trabajos que el comité ofrecía al barrio.
Parte de la familia era la señora Celia, empleada doméstica que vivía con la familia desde la adolescencia de Diana. Ellas dos formaron un vínculo fuerte ya que Celia no era tanto mayor que Diana…..
“...Se creó entre ellas un vínculo muy fuerte, Diana nunca la consideró una empleada, siempre fue una compañera.
Celia aún recuerda aquel enorme corazón de Diana, su generosidad y su entrega. A pesar de que estuvo criada en un hogar donde nada faltaba, siempre estaba pensando en los que no tenían para comer. Para el casamiento de su hermano Carlos, a Diana le hacen un vestido de fiesta tan lujoso que ella decía con pena: Todos los que podrían comer con lo que vale esto…... Con los ojos brillantes, cuenta Celia que Diana fue la mejor persona que conoció. Charlaban mucho, cuando hablaba se apasionaba, le contaba de Sendic, del Che, le gustaban Los Olimareños y el canto popular. Recuerda con pena el libro de Sendic que Diana le regaló y que ella tuvo que quemar, con gran dolor, en la época en que los allanamientos estaban a la orden del día. Diana fue su compinche…”
Texto extraído del libro "Los ovillos de la memoria" Autoras: Beatriz Barboza, Ana Demarco, Cecilia Duffau, Irma Leites, Patricia Mora, Elena Morelli, Martha Passeggi. Editorial Senda, 2006.
Su hermana Ana nos relata:
"Mientras cursaba Psicología en la Facultad de Humanidades y Ciencias abrió un jardín de infantes en su casa, ya que su interés en esta materia se estaba enfocando en psicología infantil y el desarrollo sano de la infancia. Siguió invirtiendo su tiempo y energía en este jardín hasta que la llevaron presa.
En el mes de julio de 1972 la detienen en su casa y la llevan al Batallón de Infantería No. 13 donde permanece detenida por año y medio.
Sus cartas desde el cuartel muestran cuán comprometida estaba en apoyar a sus compañeras en una situación muy dolorosa como la que vivían y a la vez, intentar no provocar más violencia. Sus comentarios sobre los soldados que las encarcelaban mostraba una gran comprensión de la psique humana y una gran compasión también. Los veía como seres humanos envueltos en una trama que no siempre tuvieron la oportunidad de elegir. Estos pensamientos tuvieron gran impacto en mi, que años más tarde eligí seguir este ejemplo humanista en vez de la lucha armada.
En noviembre de 1973, le dieron la libertad ya que no pudieron acusarla de nada. El tiempo que pasó en casa no fue fácil, por un lado reintegrarse a una realidad bien diferente de la que vivió en el cuartel, por otro lado a un clima político y social que también había cambiado bastante, para peor.
Llegó el momento en el cual, mientras los militares estaban llevando a algunas de sus compañeras ya en libertad de vuelta a prisión, se le hizo claro que debía salir del país si no quería volver allí.
Se fue de casa con una pequeña mochilita para no llamar la atención y a partir de ahí la familia tuvo poca comunicación con ella. Dejó atrás a seres queridos rotos de incertidumbre y dolor. "
Hay dos mundos
que más que paralelos, son distintos
tanto como pueden serlo
los niños de los enanos.
En uno se escarba entre los cielos
y las mierdas subterráneas
en pos de un sol, o de una estrella al menos
brillantes y transitorios
y basta agacharse para aferrarlos.
Uno cuesta lágrimas, sacrificios, desencanto
pero es imposible dudar de las buenas intenciones
y cuando se gana una risa, o una sonrisa
aunque te mueras, porque llorar es antiestético
pero no se consigue siquiera la elegancia
de simular fé, interés, o curiosidad al menos
porque decir mañana es invocar un nuevo tedio.
Por eso no es necesario ser valiente
para aprender a escavar
basta no estar dispuesto
a inmolar el único tiempo disponible
a la comodidad melancólica
de permanecer.
Diana