Era la única mujer y la mayor de cuatro hermanos. Le seguían los mellizos Horacio y Raúl y el más pequeño Daniel. Su mamá era profesora de educación física y su papá empleado bancario. Vivieron en diferentes casas, pero siempre en Malvín. Los padres militaban en el PDC. La educación de Laura incluyó clases de catecismo que recibió en la parroquia del barrio. El padre tuvo actividad gremial en el banco, participó en la combativa huelga del 69 y fue el primer clandestino de la familia, termina preso en el Cilindro Municipal, entonces convertido en cárcel, y luego lo llevan a un cuartel.
Laura asistió al liceo 10 y comenzó a militar en el FER 68, tuvo una intensa actividad militante. Ocupan el liceo, recuerdan sus hermanos, habían hecho barricadas con bancos. Desde la terraza vieron llegar a los milicos que rápidamente atravesaron la improvisada barricada. Los bancos no resistieron y fueron franqueados por los soldados, que llegaron hasta el fondo del liceo para encontrar a un grupo de rápidos muchachos huyendo por la medianera del fondo. Otros no tuvieron tanta suerte y fueron detenidos. El compromiso de Laura va en aumento, participa en ocupaciones solidarias cuando llegan las marchas cañeras. Sus estudios también avanzan, cursa preparatorios en el liceo 15. Una noche del año 1972 sonó el timbre en la casa de Malvín, eran los milicos haciendo una redada; se llevan a cuanto joven militante hay en el barrio, camiones y camionetas se llenan de gurises y gurisas. El destino de Laura fue el Batallón de Infantería 13, en Camino de las Instrucciones cerca de la Gruta de Lourdes. Allí fue torturada, apenas tenía 18 años. Su familia tardó bastante en saberlo, empiezan las marchas con paquetes al Prado, junto al liceo militar. Peregrinación que harán tantos familiares, con sus bolsas de plastillera con los nombres bordados, conteniendo los pocos víveres, las pocas prendas e implementos de higiene que permitían pasar. Cuando se enteraron de que pasaría a la justicia, estuvieron días y días turnándose en guardias frente al juzgado para verla. Al llegar Laura, todos pudieron entrar y se fundieron en abrazos apretados. Estaba muy flaca y muy pálida, pero la sonrisa que les dedicó era tranquilizadora. Después del pasaje por el juzgado empezaron las visitas regulares, podían ir al cuartel dos veces por semana.(1) Los domingos, aunque no tenían visita, se instalaban en el fondo de la Gruta de Lourdes sólo para verla cuando salía al patio. En el afán de que los reconociera, su hermano Horacio, que tenía palomas mensajeras, las soltaba cuando creían verla para que ella supiera que estaban allí. Estuvo presa un año, y su sueño, cuando saliera, era tomar el 104 con las otras compañeras para pasear por la rambla y ver el mar. 
El día que salió yo estaba en la puerta de casa, relata Horacio y de repente veo a alguien que se acerca por la calle, con un bolso. No lo podía creer, ¡era Laura!, se había venido sola, la casa era una fiesta, saltos, abrazos, los amigos empezaron a llegar, charlabamos, la tocábamos, fue muy fuerte, muy conmovedor. Creo que fue por marzo del 73. En el verano del 74 se fue de nuevo: me acuerdo que le dijo a mi padre que se iba de casa pues estaban arrestando a alguna gente. La ayudé a armar los bolsos y la acompañé a tomar un taxi. Nos abrazamos y con mis 16 años le dije que cualquier cosa que necesitara me llamara. Nunca más la vi. Fui el último de la familia que estuvo con ella. El terror ya estaba instalado en casa, de repente sonaba el teléfono, atendía mi padre y le decían: Raggio?, su hija cayó herida. Era una forma de tortura psicológica, tanto es así que el día que nos avisaron que la habían matado no les creí. 
Ese día yo atendí el teléfono y me preguntan: -¿Familia Raggio? -Sí-les contestó. -Lo llamamos de las Fuerzas Armadas, ¿está el señor de la casa? Fui a buscar a mi viejo, agarró el tubo y la cara se le iba transformando a medida que oía. Le estaban diciendo que pasara a buscar el cadáver por el Hospital Militar. Mi viejo no les creía y yo gritaba que no, que hasta no confirmarlo no les creyéramos. Habían llamado tantas veces... Fueron mi padre y mi tío a reconocerla, mi padre no entró. Parece que se iba a ir a Buenos Aires, pero no salieron las cosas. Ellos dijeron que fue un enfrentamiento, que ellas les tiraron granadas, que mataron a uno que pasaba en bicicleta por la calle. Pero a Laura la ejecutaron y a Diana la deshicieron. Yo vi a Laura con un balazo en la cabeza y cuando la velábamos creí que se había teñido el pelo de rojo, pero era sangre.
Pertenecía a la columna 70 del MLN. Tenía 19 años.
La madre de Laura atesoró durante todos esos años sus fotos, sus papeles, recortes de prensa. Era la única manera de seguir teniéndola cerca. 
Texto extraído del libro "Los ovillos de la memoria" Autoras: Beatriz Barboza,  Ana Demarco, Cecilkia Duffau, Irma Leites, Patricia Mora, Elena Morelli, Martha Passeggi. Editorial Senda, 2006.
 (1)Las visitas eran una vez cada quince días
PREPARACIÓN CUMPLEAÑOS DE LAURA EN LA PRISIÓN. C
Planificación del festejo de cumpleaños de Laura en el cuartel por parte de los compañeros.
CARTA COLLAGE DIARIO DEL CUARTEL C
Diario collage desde el cuartel.
CARTA COLLAGE DE LOS COMPAS DE LAURA C
Carta collage realizado por los familiares y amigos.
SOBRES DE CARTA REALIZADO POR LAURA C
Sobres de carta dirigido a su madre y los hermanos para el día de sus cumpleaños.
CARTA DE DESPEDIDA A Y B – C
Carta de Laura dirigida a sus padres y hermanos.
CARTA DESPEDODAD 2 C
Carta de Laura dirigida a su madre y hermanos.
CARTA PADRES Y HERMANOS DE LAURA
Carta del padre y hermanos de Laura.
POEMA DIRIGIDO A LAURA – C
Poema dirigido a Laura , autor anónimo- 17 de agosto de 1974.